jueves, 28 de marzo de 2013

RP: Clyven vs. Kael.


Aquí subo un fragmento de una historia que hicimos en el foro de Héroes de Camelot, que me gusta particularmente. Estoy "enamorada" de este fragmento, porque creo que refleja muy bien cómo es Clyven por dentro.

Es una historia muuuuuuy larga, así que lo dejaré en un escueto resumen.
Clyven y Pallas se han visto obligados a enfrentarse a antiguos amigos para proteger a Niké, entrando al servicio de un brujo. Posteriormente, dado que la niña escapó, pudieron cambiar de bando, con la consiguiente tensión con aquellos que antes habían sido sus enemigos. A lo que hay que sumar que el líder del grupo, Kael, descubre que Clyven, tiempo atrás, compró a Leyren, su chica, en un mercado de esclavos. Lo hizo para liberarla, pero Kael, sólo conoce la parte en que la compró. Por ello ataca a Clyven.
La pelea es interrumpida y el malentendido aclarado, pero Kael aún guarda recelos Clyven y él deciden terminar la pelea.


-¡Rayo gélido! -exclamó Kael. 
El hechizo no era suficientemente potente como para causarle gran daño ni congelarle por completo, pero el chico había apuntado a sus botas y sus piernas pronto aparecieron aprisionadas, además de sentirlas frías como el demonio
-Tsk... Cobarde... -masculló girándose hacia él, justo para notar sus pies pegarse al suelo, envueltos en hielo. Ni corto ni perezoso, el lobo apretó los puños con fuerza, sus ojos se volvieron ambarinos y un espeso pelaje negro cubrió su cuerpo.
Al ver el cambio de Clyven, Kael retrocedió un paso; aferrando su vara y con frustración en la mirada. 
-¿Yo soy el cobarde? -dijo al observar cómo se transformaba en lupino. 
No era algo que hubiera esperado, ni que considerase justo, de una pelea "amistosa". Aún así, no se iba a amilanar por eso; pero veía las cosas peor, sin estar descansado
Pero en ese momento, después de que el hielo que atrapase sus piernas se rompiese, la transformación comenzó a revertir. Al principio no estaba seguro de si era así, porque no la había observado con la frecuencia necesaria como para distinguir la dirección del cambio. Cuando comprendió que la transformación y detransformación del hombre lobo habían sido para romper el hielo que apresaban sus piernas, Clyven ya estaba libre. 
-Eso no podría detener ni a mi hija a sus seis años -gruñó dando un par de pasos hacia él-. ¿Con eso piensas enfrentarte a Falon? ¿A Sheil? ¿A Arnagur? Suicídate y nos ahorramos el viaje.
El chico aferró su vara con fuerza pero se obligó a mantener la calma, intentando pensar la mejor estrategia para vencerle sin usar hechizos demasiado devastadores. No quería realmente hacerle daño, y Leyren y sus compañeros se lo reprocharían probablemente.
"Tengo que resistir sus golpes, o esquivarlos, y seguir golpeándolo con magia", pensó
Alzó su vara al cielo, su extremo brilló y lo apuntó hacia él. Una serie de proyectiles mágicos volaron en su dirección. 
Eran demasiados para esquivarlos todos, por lo que alguno le dio; pero su daño era menor que el de la bola de fuego anterior. Probablemente pretendía desgastarlo, más que fulminarlo, pensó el lobo. Clyven continuó avanzando hacia el mago, con el ceño fruncido.
-¿Eso es todo lo que tienes? -rodó por el suelo para evitar los proyectiles y pudo esquivar la mayor parte, y fingió ignorar el dolor que le produjeron los impactos-. No es suficiente para ganar esta batalla. Debí acabar contigo en aquella torre en lugar de montar toda esta pantomima para acercarme a vosotros... ¿De verdad has creído ese cuento de que era Sheil quien te torturaba? 
El chico frunció el entrecejo al oír tal cosa, y por un momento su cara reflejó sorpresa al entender lo que quería decir. De inmediato se lo negó internamente, pero por unos instantes dejó de atacar. 
Había conseguido confundirlo un instante, en que el lobo había llegado hasta él. Antes de poder reaccionar, lo cogió de la ropa y lo levantó en vilo. 
-Dime, chico, ¿Qué vas a hacer? No puedes conmigo... Estarás agotado antes de matarme... Ya apenas tienes fuerzas... ¿Y tú eres el que va a proteger a Leyren? -lo dejó caer con desprecio-. Yo no la salvé para esto. 
Aquello lo molestó; apretó los dientes y fue a golpear la cara del lobo con el extremo de su vara: esperaba que no esperase un ataque físico por su parte. 
Y Clyven no lo esperaba, pero era más alto y mas rápido que el, y tenía mejores reflejos; por lo que pudo evitar el golpe en la cabeza y hacer que le diese en el hombro, contraatacando con un fuerte empellón. 
-Si esto es todo lo que tienes, ha sido un error luchar contigo. No estás a la altura, ni de mí, ni mucho menos de Falon... 
Gruñó, algo harto de las acusaciones de Clyven, quemado aún por todo lo anterior; y decidió cerrarle la boca. Se teletransportó varios metros lejos de él, a su espalda para confundirlo y darle más tiempo; y sin apartar la vista de él comenzó a recitar a toda velocidad una letanía. Si se trababa, le costaría otro golpe; pero esperaba conseguirlo.

Clyven esbozó una media sonrisa y se giró buscando al mago, hasta que lo encontró. 
- Vamos, niño, demuéstrame que eres un hombre -murmuró para sí, sin atacar, dando tiempo a que Kael acabase su ataque.
El chico no se preguntó por qué no le atacaba inmediatamente, y una vez terminó su cántico, posó una mano en la tierra. Durante un instante nada ocurrió. 
Al momento después, un montículo se alzó frente a Clyven; como si del suelo saliese una burbuja compacta de tierra. El lobo retrocedió con precaución, viendo cómo una especie de enorme gusano de tierra se alzaba ante él, le miraba con sus inexistentes ojos, y se lanzaba a por él. 
Tan perplejo estaba que no lo esquivó totalmente, y el golpe que recibió en el costado fue brutal. Rodó por el suelo aguantando el dolor como experto luchador que era, pero sabiendo que un golpe directo le habría partido varios huesos. Apenas se levantó, aquello volvió a lanzarse contra él; pero sus reflejos y su velocidad eran los de un depredador: lo esquivó. 
Vio que aquella cosa metía la "cabeza" en la tierra y todo el cuerpo se fusionaba con el suelo, sin en ningún momento llegar a ver si tenía una cola. Surgió de su otro lateral, y de nuevo lo esquivó. De pronto y antes de poder girarse, notó un brutal golpe en la espalda, que lo envió contra el suelo mientras al parecer aquella cosa desviaba su trayectoria. Por un momento pensó lo desagradable que habría sido que lo atravesara. 
Con las costillas doloridas, se levantó de inmediato; y al alzar la vista sus ojos se toparon con el lejano muchacho. Justo antes de otro ataque lo vio mirarle con la mano aún apoyada en el suelo; sin embargo, el detalle importante era el sudor de su frente y su respiración jadeante. Parecía que un hechizo así lo agotase a cada momento que pasaba. 
Si resistía lo suficiente, el chico lo disiparía. 
No era fácil. Aquella cosa era rápida y salía de cualquier lugar a su alrededor; le era imposible predecir sus movimientos. Se atrevió a dar un derechazo a la cabeza que le lanzaba contra él: la fuerza del lobo parecía ser mayor que la de la criatura de tierra, que cambió su trayectoria y fue hacia el suelo; pero en el momento del impacto notó crujir desagradablemente sus nudillos, y extenderse un increíble dolor que le informó de los daños que su propio puño había sufrido. Cuando volvió a atacar por un lateral, lo esquivo y atacó la cola que seguía a la cabeza una vez ésta pasó…
… y vio que la tierra se rompía como terrones secos al rozarlo con el puño. 
Se quedó perplejo un momento; antes de comprender que la parte que impactaba era mucho más dura que el resto. Sonrió para sí, afianzó los pies sobre el suelo y esquivó el siguiente embiste; y de inmediato estuvo listo para cargar con su puño ileso contra el lomo de la criatura mágica. 
Cuando su golpe atravesó aquel cuerpo, la parte que golpeó se deshizo; y de pronto todo lo demás también. Giró la vista y vio al chico arrodillado, con las dos manos apoyadas en el suelo y jadeando. El largo combate y el último golpe no le habrían permitido mantener aquello por más tiempo. 

Lo había herido, aunque no lo dejaba traslucir. Se alzó al constatar que la criatura no volvía y clavó sus ojos en él. 
-Mírate. No tienes ninguna oportunidad.
Kael alzó la vista. Sus serias palabras no parecían una pulla, sino más bien una constatación. El chico frunció el entrecejo, molesto, y agarró su vara antes de levantarse. Parecía haber recuperado un poco el aliento. 
-¿Qué haces aquí? Tendrías que estar en tu casa con tus libros de brujería. No eres más que un crío que intenta jugar con los mayores. Esto está totalmente fuera de tu liga. Me daría igual si fueras tú solo, pero pretendes llevarte a Leyren y a los demás… Y se los van a cargar por tu culpa. No puedes protegerlos. 
-Cállate -respondió el muchacho.
Su respiración estaba agitada; en parte por la pelea, pero en parte por sus palabras. Aquello atacaba contra todas las dudas que había estado teniendo, y oírlo desde fuera parecía aún más real. 
"En ningún momento he podido protegeros a todos", recordaba sus propias palabras, "No puedo cuidar de mí mismo; ¿cómo voy a escudaros frente a Arnagür, mientras lo ataco con Hyandel, mientras estoy pendiente de que todos estéis bien, de que Leyren esté bien; e intentando que Arnagür y Falon no me maten por el camino…?
-Me callaré cuando me salga de los cojones, niñato -respondió el lobo con todo su desprecio. 
Se estremeció de ira al oírle llamarle niñato una maldita vez más. 
-Tú no eres quién para darme órdenes, ni a mí ni a nadie -continuó-. No sé por qué demonios te han dejado ser hasta ahora líder de nada, pero no has dejado de hacer el idiota. 
"Yo no soy un buen líder. No tengo experiencia, ni poder, ni habilidades…" 
-Un líder debe proteger a los suyos, mantenerlos unidos para alcanzar la victoria, conocer las habilidades de cada uno de los miembros de su grupo y cómo aprovecharlas. Y tú sólo te comportas como un niño llorón que pretende huir cuando se da cuenta de que las cosas se ponen de verdad difíciles o luchas dando palos de ciego, como ahora. No te importa lo que le ocurra al elfo, ni a Namarië. Ni siquiera a Leyren y se supone que sientes algo por ella. Ja. Valiente líder -rezongó. 
Kael apretó los puños con fuerza, negando todo aquello internamente; pero sabiendo que parte de sí dudaba en todos aquellos aspectos. 
-Hace horas que podías haber acabado conmigo con algo tan simple como transportarte, coger la daga de Pallas y transportarte de nuevo para clavármela. Dos hechizos, Kael -explicó remarcando su nombre, para hacerle ver que le hablaba en serio-. Con sólo dos hechizos podrías haber ganado esta batalla. En cambio te has dedicado a desgastarte, atacándome sin ton ni son con mil hechizos que, como deberías haber sabido, no podrían conmigo. Y no porque no me hagan daño, sino porque deberías haber deducido que con los años que llevo viviendo con una bruja, algo habré aprendido sobre como evitar o contrarrestar los más sencillos o al menos estar preparado para sus efectos y adaptar mis fuerzas a ellos. Y porque soy mucho más fuerte y resistente que tú. No tengo más que dedicarme a evitar tus ataques y tú solito me darás la victoria. 
"Yo no intento matarte, maldita sea", pensó al oír la referencia a la daga de plata. 
Pero supo que había estado dando palos de ciego toda la batalla. Nunca había estudiado cómo luchar contra un licántropo sin plata, y no había sabido qué hacer sino ir probando cosas que realmente no le hicieran arriesgar demasiado… 
-Pero no tienes en cuenta esos detalles. Tratas de controlarme en mi terreno en lugar de llevarme al tuyo y no dejarme ni respirar. ¡¡No observas!! ¡¡No piensas!! Ni sabes aprovechar tus habilidades ni conoces de verdad a los tuyos. Para ti sólo son peones prescindibles, alguien que han puesto a tu lado para parar tus golpes y que te siguen únicamente porque se les ha ofrecido un puñado de monedas, ¿me equivoco?
Lo miró de arriba a abajo, crítico, comparándolo con quien, para él, reunía todas las características de un líder: Víktor.
-¡Eso no es cierto!-se defendió Kael, furioso por la repentina elocuencia del licántropo-. Tú no sabes nada. Puede que en un principio fuese así, pero las cosas han cambiado. 
-No, Kael. Aquí lo único que ha cambiado es que ahora tienes dos enemigos menos; pero tu actitud de niñato mimado sigue presente. Sé un hombre. Demuestra que tienes cojones y lucha de verdad. Conoce a los tuyos y deja de hacerte el héroe que va a salvarnos a todos perdiendo la vida, porque ese papel te viene grande. Me has decepcionado. Cuando decidí luchar contigo quería comprobar las posibilidades de un hombre, pero sólo me he encontrado con un chiquillo asustado.
La decepción en sus ojos era más que evidente. Clyven creía estar luchando contra un nombre inteligente. Inexperto, sí, pero con la cabeza suficiente para saber aprovechar sus ventajas. Y se había encontrado con aquello. Sabía que en el fondo era fuerte, pues había sobrevivido a las torturas de Sheil y, seguramente, a las de Falon. Pero necesitaba algo más. Para sobrevivir a aquella batalla necesitaban a un líder capaz de sobrepasar sus propios límites, de cubrir las debilidades de unos con las ventajas de otros, de guiarles a la victoria.
Kael hervía de rabia. Las palabras del lobo se le clavaban como dagas en su confusa mente, pero aquella mirada… Eran casi los ojos de su padre, despreciándolo por ser tan débil, por no ser mejor, por ser suficiente. No estaba dispuesto a soportarlo, ¡no de Clyven! No era nadie para juzgarlo, y… Su furiosa mente dio con una idea con que enfrentarse a él.
Clyven seguía mirando al joven mago. Ese chico conocía al enemigo y podía trazar una estrategia... pero no conocía a sus aliados, no sabía qué les movía, más allá de la recompensa prometida. Ni siquiera era consciente del poder que poseía. Necesitaba un último empujón y, aunque fuese cruel, él estaba dispuesto a dárselo. Su vida y las de su familia estaban en juego.
-Dime, Kael... ¿qué harás cuando la mitad de nosotros hayamos muerto por tu culpa? 
-Fuerza de Teissner -susurró el muchacho con los ojos clavados en él. 
Clyven parpadeó al ver al chico rodearse de un aura roja; la misma que había visto en él cuando le fuera a atacar por primera vez. Le vio mantener su mirada cargada de furia un instante, antes de echar a correr hacia él. Fue a su encuentro. 
Un instante antes de encontrarse, se desvaneció; su puño hendió el aire mientras volvía a notar su presencia a su lado. La vara lo golpeó en la espalda, descargando sobre él una enorme cantidad de energía que lo hizo trastabillar. 
De pronto el lobo notó una sensación de lo más desagradable: perdió el control de sus brazos, que de pronto cayeron inertes a ambos lados de su cuerpo. 
"Te van los ataques físicos… veamos qué puedes hacer sin tus brazos"
Una mano que destilaba electricidad fue al encuentro de su hombro mientras Clyven se giraba; y tras retroceder, el extremo de la vara apuntó hacia él emitiendo un rayo de luz que golpeó cruelmente su estómago. De pronto la velocidad de conjuración del muchacho se había multiplicado, sus hechizos eran más potentes y sus fuerzas parecían restituidas. 
El lobo retrocedió e intentó recuperar el control de sus brazos, pero fue inútil. Con un rugido, Kael impulsó una mano abierta en su dirección y una violenta descarga de energía atravesó su pecho y su espalda, tirándolo al suelo. 
De inmediato lo apuntó con su vara, el extremo brillando salvajemente. 

La hechicera oscura, que hasta entonces había observado la pelea en silencio, con Niké en el regazo, desvió la mirada hacia Feryn. Sus ojos habían seguido cada movimiento del lobo, cada golpe asestado, cada impacto recibido. Siempre atenta a los ojos del lobo, el mejor indicador que tenía de cuándo debía intervenir. Cuando Clyven se hallaba acorralado, pero acorralado de verdad, sin una esperanza clara de escape, su parte animal se hacía con el control, el instinto de supervivencia utilizaba su último recurso: la furia del licántropo. Y justo cuando eso ocurría, apenas unos segundos antes de que todo el poder de la bestia se desatase, los ojos de Clyven se volvían ambarinos.
Lo había visto. Apenas un instante, pues el mercenario había logrado controlarse y sus ojos habían vuelto a la normalidad, pero la furia estaba allí, esperando el instante preciso para ser liberada.
-Tenemos que detenerles o estaremos todos en problemas -sentenció, al tiempo que apartaba a la niña de ella, y se puso en pie-. No te muevas de aquí, cariño.
Avanzó con paso firme hacia el lugar donde Kael golpeaba a placer al guerrero isleño, con el brazo derecho extendido y la mano abierta, formando un ángulo que dejaba su mano a la altura de sus caderas. Su capa negra ondeaba tras ella a cada paso. Cerró los ojos un instante, deteniéndose, y al abrirlos, dirigió con un seco ademán la mano hacia Kael. Un brillo rojizo salió de entre sus dedos y se estrelló contra la vara del mago, siendo inofensiva para él, pero lo suficientemente certera para desviar su cayado.
-¡¡Ya basta!! ¡¡Detente Kael!! -la voz de Feryn apoyaba los actos de la bruja, que se había colocado entre ellos, de espaldas a Kael, y envolviendo a Clyven en un cálido abrazo.
Pegó la cabeza del lobo contra su pecho, arrodillándose a su lado, murmurando suaves palabras en su oído. Todo había acabado y Clyven tenía que calmarse. El mercenario cerró los ojos y se relajó entre los brazos de su mujer, siendo consciente en ese instante de lo mucho que le dolía todo el cuerpo. Aquella pelea ponía fin a unos largos días en los que había traicionado a un poderoso mago durante una batalla, había pateado el boque sin descanso en busca de Niké, había cargado con Pallas y Kael de regreso al campamento, había salido a cazar y había vuelto a recorrer los alrededores con Namarië, para intentar dar con Kael. Apenas había dormido y hacía tiempo que no exigía a su cuerpo todo aquel esfuerzo físico, sobre todo el tener que controlar a la bestia que llevaba en su interior. Así pues, decidió que se había ganado un buen descanso y ¿qué mejor para relajarse que dejar que la mujer que amas te cubra de mimos y atenciones? 
-Leyren, Namarië -las llamó la bruja-. Necesitaré ayuda para moverlo.
Clyven chasqueó la lengua con fastidio. La ayuda de Leyren y Namarië sería muy útil para curar sus heridas, pero eliminaba todo el erotismo de las manos de la bruja recorriendo su piel, limpiando sus heridas. Casi al instante, Niké corrió hacia ellos y asió la mano sana  de su padre para intentar arrastrarlo. El lobo sonrió a la pequeña, se soltó de ella y le revolvió cariñosamente el cabello.
-Aún puedo moverme, Pallas -murmuró el lobo. 
-Shhh, tú sólo relájate, que vamos a limpiarte las heridas -sonrió ella, acariciándole la mejilla.
Todo había acabado... y Clyven había perdido. Al menos la pelea en sí, porque el lobo estaba extrañamente satisfecho... tanto que hasta esbozó una diminuta sonrisa al cerrar los ojos y dejarse cuidar por Pallas.

1 comentario:

  1. AAAAAAAAAAAWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW!!!!!!!!!!!!!!!!! ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
    Niñaaaaaaaaaaaaaa!!!! Ay cuanta nostalgia señor!!!! Qué bonito! No me acordaba de todos los trozos de esta pelea! No recordaba el gusano de Dune, por ejemplo xDDD Me encanta esta pelea también. Se ve la mente de los personajes, todas las dudas que tiene Kael, y se ve cómo Clyven las va pinchando para ver qué puede sacar de él, si vale para liderarlos, si vale para Leyren. Y me encanta lo que encuentra. A partir de aquí Kael no sólo no se enfada con Clyv, sino que se recupera del batacazo emocional de haber sido capturado y torturado por el enemigo y empieza a plantearse los puntos fuertes y débiles de todos los suyos y a ser un mejor líder.

    Gracias por colgarlo ^^ Lo he visto de casualidad, porque iba a colgar un capi yo y me aparecía. ¿Cómo consigo que me lleguen notificaciones al correo cuando subas? No te he estado leyendo mucho hasta ahora pero te juro que está en mi lista!!

    Igual no seguimos esta historia, pero todo lo que hicimos lo vamos a recordar siempre :)

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